miércoles, 23 de septiembre de 2009

LA GRAN VERDAD SOBRE LOS CONFLICTOS CULTURALES

REENVEINTANDO EL CONFLICTO CULTURAL PARA SACAR TAJADA.

“El conflicto social es una lucha por los valores y por el estatus, el poder y los recursos escasos, en el curso de la cual los oponentes desean neutralizar, dañar o eliminar a sus rivales.”
Lewis A. Coser (
1913- 2003) Sociólogo Norteamericano. Funciones de los Conflictos Sociales, 1956.

Los hechos históricos demuestran que las sociedades cambian, se reestructuran, se producen y se reproducen. Pero hasta los últimos veinte años no se habían producido tal aceleración para los cambios sociales, mediadas por las permutaciones en la estructura económica internacional, nacional y local. La adaptabilidad y flexibilidad de las sociedades industriales y de servicios derivado del cambio en las pautas económicas internacionales, ha permito por un lado, la supervivencia del sistema capitalista neoliberal y, por otro, la continuidad de las pautas de concentración de los diferentes capitales (humanos, financieros, sociales, culturales,etc) en las economías nacionales o comunitarias (UE) de los países ricos. Si bien es cierto, la adaptabilidad económica de los Estados hacia un mercado económico global, ha tenido efectos sobre las formas con las que interactúa los individuos con la sociedad (localismosà internacionalismos). Ha habido un reconfiguración de las vidas cotidianas en base a los cambios producidos por la reestructuración del mercado económico global (vidas culturales trasnacionalizadas), las cuáles, no se han admitido por los que la sufren (la cultura regional como acto de FE).

Por tanto, vivimos en sociedades globalizadas (globalización), seamos partícipes directa o indirectamente de éstas (actores pasivos o activos): Las finanzas mundializadas, el mercado de consumo global, la información global mediadas por las nuevas tecnologías (Internet y otras), la división internacional del trabajo , etc. Pero no sólo los aspectos económicos, también compartimos resultado de ello, en sociedades industrializadas o de servicios con un gran desarrollo económico, una cultura multicultural , culturas transnacionalizadas y una cultura global. Esto es debido principalmente a las migraciones, la globalización económica y a los medios de comunicación globales, enmarcado en los nuevos espacios o comunidades transnacionacionales(caso de Canarias).

Pero con las migraciones llega el “otro” y con ello, surge la llamada al conflicto de intereses. Un conflicto que se intenta, desde diferentes espacios sociales y políticos locales, reinventar el “conflicto étnico” para dar al migrado, con una “cultura diferente”, una condición de asimilado, o en el mejor de los casos, de integrado en la pseudo cultura nativa ,cuando no, cae en la exclusión.
Pero hablar de “conflictos étnicos” o “choque de civilizaciones” tiene, a día de hoy, un cariz novelesco, romántico, que roza la fantasía desde un prisma sociológico. (1) Debemos pues, analizar si estos conflictos están motivados por la competencia en la adquisición de los recursos privados (trabajo, vivienda, ocio, consumo, etc.) y/o públicos (sanidad, educación, vivienda social, etc.). (2) O bien, si sigue siendo el choque y divergencias de la “cultura nativa” con las “otras culturas” la fuente del conflicto per se.


Si aceptamos la primera premisa, ahora sí, la cultura podría ser uno de los mecanismos o instrumentos para legitimar el conflicto social en la competencia de los recursos. La cultura, es aquí analizada desde la misma visión que otros hechos inmateriales como la religión, u otros hechos materiales como estar gordo, feo esteriotipado, ser mujer, minusválido, joven, anciano o pertenecer a la clase baja. Con lo cuál, deberíamos hacer un análisis universal y transversal desde la exclusión, que hacen ciertos grupos sociales para la eliminación de competencias con los “otros”, los excluidos.


[HISTORIA DE VIDA EN LA ESCUELA.- Los instrumentos de exclusión y la eliminación de competencias.

“En la escuela una vez se observó diferentes peleas o conflictos entre los alumnos. Las causas eran variadas; desde atacar al empollón por sacar mejores notas, por tener un mejor asiento en el aula, por tener mejor desayuno, por ser mejor deportista, por la lucha para salir con la chica bella, por llevar o no llevar los zapatos o ropa de moda, etc. Lo que más me llamó la atención fue como se insultaban; cuatro ojos (gafotas), zanahoria (pelo rojo), negro o moro de mierda, gorda, flaca, feo, marginado social, ¡ chica tenías que ser!, etc. En ninguna de las ocasiones en las que se insultaban reconocieron el motivo por el cuál se estaban peleando. Utilizaban ciertos estigmas sociales segregacionistas para insultar, para legitimar el conflicto y el ataque, para excluir a los que creían competentes en su lucha o su interés individual (por ejemplo, sacar mejores notas, sentarse en la mejor silla del aula, etc.). Si bien es cierto, los educadores presentes, le recriminaba por los insultos segregacionistas que profería el alumno que peleaba, al mismo tiempo que intentaba educar en base a que el pelirrojo, el negro, el moro debían ser tratados por iguales(mediación intercultural). Lo que el profesorado no había recapacitado era en la causa del conflicto per se, y aunque los alumnos actuaban políticamente correctos, en reconocimiento de que todas las personas debían ser tratados como iguales para evitar la sanción social (dramaturgia de Goffman), el conflicto entre los alumnos nunca desapareció”.]

Por tanto, el reconocimiento o el hincapié que se hace de la diferencia, las diferencias culturales en este caso, tiene un doble rasero. Es la puja y estrategia para mantener el monopolio de los recursos económicos, políticos y sociales en la población nativa, cuando los extranjeros residentes tienen los mismos deberes; trabajar y cotizar principalmente, más la aportación objetiva que hacen tanto a nivel económico, social y cultural en la sociedad nacional. Nos encontramos pues, ante una lucha de un grupo de interés nacional, con una identidad social en crisis, que se construye o reconstruye cuando aparece un enemigo común, el migrado. Hoy, más que nunca, “la cultura nacional es el opio del pueblo”.

“Construir una identidad social fue una estrategia de supervivencia”
Mark Van Vugr. Psicólogo Social, 2009.Entrevista con Eduardo Punset, Redes, tve2.


Por lo cual, se ha de tomar los hechos científicos no sólo para describir las estructuras sociales, también para ayudar a construir el cambio social mediante visiones científicas sobre las contradicciones (choque de culturas-competencia económica) que se nos presentan en las poblaciones estudiadas. No se puede seguir viendo ciertos grupos de excluidos y legitimar estos procesos de exclusión (vía cultural), por ser meras construcciones políticas y económicas vinculadas a los intereses de ciertas elites, mantener unidades territoriales (Estados) administrativos y de gestión de los recursos transnacionales, que al mismo tiempo, son correspondidas por la población civil local para eliminar competencias con los extranjeros en los diferentes campos sociales.

El análisis que mantienen ciertos colectivos conservadores para legitimar que exista ciertos procesos de exclusión vía cultural, están vinculados, más que a los hechos que configuran las sociedades modernas (ampliamente globalizada, con pinceladas de vidas cotidianas transnacionalizadas, mercado neoliberal, etc.), a un sistema de creencias subjetivo y localista de aprovechamiento económico del migrante sin derechos, instrumentalizado mediante la utilización de conceptos, hoy, cuasi-imaginarios o reproducidos en el imaginario colectivo y practicado mediante el derecho de extranjería de facto. Conceptos tales como los de territorio y fronteras nacionales-culturales (legitimados por las pseudonaciones o pseudonación europea, vinculadas únicamente a la gestión de los diferentes capitales), el nacionalismo o el regionalismo, la religión, la cultura nativa, la meritocracia, la herencia, la raza, el techo poblacional o la invasión, etc. Estos a su vez, son tratados por los medios de comunicación de masas con carácter sensacionalista y etnocéntricos. Más que informar, utilizan la desinformación para pervertir la realidad, reproducir el estado de la segregación, la exclusión a través de la etnofobia hacia las “otras culturas”. Los medios tratan la inmigración desde el sensacionalismo, la aporofobia migratoria, miedo a los migrantes pobres y las consecuencias que de ello devienen (delicuencia,etc). Por otro lado, un derecho de extranjería (comunitario, estatal y/o autonómico) construido en base al aprovechamiento económico (mercado laboral y consumo) de los migrantes extranjeros pero sin la concesión de los derechos sociales, políticos, jurídicos, etc., que le deberían ser practicados por el simple hecho del cumplimiento de los deberes que les son exigidos. Todo ello reconfigurado para legitimar el control y la concentración de los recursos económicos, políticos y sociales en la elite de “la pseudotribu”, y en la misma “pseudotribu” (el estado de bienestar en crisis para los nacionales), aunque los migrantes extranjeros compitan con los mismos deberes que los nacionales.

Por tanto, existe una lucha incansable para resucitar aquella cultura regional (canaria) o nacional (española), perdida tras la adquisición de la cultura global, para legitimar el estado de la desigualdad que sufren los migrantes extranjeros. Una cultura global que guarda relación con la cultura de consumo (modas sociales trasnacionales de conducta) enmarcadas en la adquisición de bienes y servicios en el mercado global. En el caso de Canarias, una exaltación de una identidad cultural y social surrealista e imaginaria, no practicada en dicha sociedad (excepto folklore, el acento y vocabulario diferencial) y muchas veces mal entendida por la acomodación al medio ambiente (también en los extranjeros). La cultura canaria practicada como acto de Fe. Una especie de mito de la caverna; en la cuál, la cultura canaria sólo está, cuando está, en el imaginario colectivo, cuando la realidad social indica que estamos inmersos en una comunidad transnacionalizada, con diferentes campos sociales en crisis y, por lo cual, el surgimiento de las competencias y el conflicto, lo que vuelve hacer una causa para que se reproduzca la cultura canaria. En definitiva, con la llegada del migrante, se espera la Guerra de la Cruzadas, las cruzadas culturales.



Evidentemente, esto es causa y efecto de una sociedad desinformada o informada a través de una cortina de humo para retrazar y apaciguar manifestaciones en contra de un Estado de Bienestar en crisis. Es la derivación de un problema real, la crisis económica, hacia un contingente surrealista, el choque cultural con los migrantes extranjeros. La cultura de los otros, para la población civil nativa, es un instrumento racional (estrategia competitiva) para apostatar a la solidaridad y al derecho legítimo del migrante, cuya causa real es la aporofobia migratoria y sus derivaciones, lo que conlleva a la competitividad



El problema surge ante la definición o la descripción científica social que se le da a los conflictos sociales (tipología, características, causas y efectos, etc.) entre nacionales y extranjeros residentes en Canarias. Hasta ahora, la mayoría de las políticas de intervención social y mediación intercultural que se han realizado, van en sintonía con el choque de culturas que hay entre nacionales y extranjeros. Dicho análisis ha estado determinado como un fenómeno cultural (la cultura como variable dependiente) y no de otra índole causal como desde las competencias económicas (lucha de clases), sociales (status), políticas (poder),etc. Este tipo de políticas de intervención en el conflicto, sean conscientes o inconscientes, tiende a la asimilación o la integración cultural del extranjero para eliminar o reducir el conflicto. Esto es la asimilación del inmigrante de la conciencia de clase baja (trabajador con renta mínima y sin derechos de ciudadano), status social inferior a cualquier nacional (cultura inferior), y sin poder político (representación política, sufragio universal, sin participación política práctica y de derecho). Pero desde esta perspectiva, no se producirá la inclusión social final de los extranjeros, lo cuál, es lo que las políticas de extranjería comunitarias (UE), estatales y autonómicas deben analizar. También, las políticas intervencionistas locales o insulares, deben fomentar el tratamiento de los conflictos desde las variables dependientes económicas, sociales y políticas, si realmente se quiere, para eliminar los citados conflictos sociales civiles entre extranjeros y población nativa.

Si bien es cierto, la cultura, como se ha argumentado anteriormente, no debe ser un mecanismo para excluir o incluir, ya que la inclusión debe estar basada en un marco de igualdad en la práctica social (acción social) en los espacios o campos sociales prácticos donde se interactúa, es decir, en espacios tales como el mercado laboral, la sanidad, la educación, el barrio, la ciudad, dejando de la lado la practicabilidad de la identidad cultural. Atendiendo que los espacios sociales donde se interactúan están ampliamente economizados y globalizados (conductas económicas globales), la cultura forma aquella pequeña parcela de la práctica individual (como la religión) con el grupo con mayor identidad cultural, cada vez más pequeño (las comunidades transnacionales y globalizadas produce individualismo). Seguir argumentando las diferencias culturales existentes entre nacionales y extranjeros para el campo de la competitividad laboral y de la adquisición de los recursos del Estado de Bienestar, es un mecanismo o instrumento para suprimir la competitividad , los derechos y la posible eficacia práctica en los diferentes espacios sociales en los que debe interactuar los extranjeros.

Por todo ello, debemos plantear el verdadero problema; la exclusión vía cultural de los extranjeros, para eliminar competencias en los diferentes espacios sociales.


“Las culturas se convierten en interdependientes, se penetran las unas a las otras, sin que ninguna sea un mundo por derecho propio, sino exhibiendo en cada caso un status híbrido y heterogéneo; ninguna es monolítica y todas están intrínsicamente diversificadas; simultáneamente, se da una melange cultural y una globalidad de la cultural”. (Wojciech,2002)


Autor de este artículo: Alejandro Caballero Déniz. Sociólogo, 2009.

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