miércoles, 30 de septiembre de 2009
Programados para creer.
Video recomendado por Roberto Rodríguez Reyes (Sociólogo). Nuevamente, Redes. Aquí se expone ciertas conductas generalizadas, sensaciones, emociones sobre el mundo de lo paranormal y las explicaciones que damos ante tales situaciones para dar respuestas al mundo que nos rodea.
Aquí se expone sobre la necesidad de creer, sea en lo que sea, como mera supervivencia psicológica. Esta teoría, es la base para que sigamos creyendo en fenómenos paranormales,ilusiones emocionales, en la intuición y no encerrarnos en la única corriente racionalista, real, en el azar...
Muy interesante.
"Todos necesitamos valores sagrados en nuestra vida". Bruce Hood
viernes, 25 de septiembre de 2009
miércoles, 23 de septiembre de 2009
LA GRAN VERDAD SOBRE LOS CONFLICTOS CULTURALES
“El conflicto social es una lucha por los valores y por el estatus, el poder y los recursos escasos, en el curso de la cual los oponentes desean neutralizar, dañar o eliminar a sus rivales.”
Lewis A. Coser (1913- 2003) Sociólogo Norteamericano. Funciones de los Conflictos Sociales, 1956.
Los hechos históricos demuestran que las sociedades cambian, se reestructuran, se producen y se reproducen. Pero hasta los últimos veinte años no se habían producido tal aceleración para los cambios sociales, mediadas por las permutaciones en la estructura económica internacional, nacional y local. La adaptabilidad y flexibilidad de las sociedades industriales y de servicios derivado del cambio en las pautas económicas internacionales, ha permito por un lado, la supervivencia del sistema capitalista neoliberal y, por otro, la continuidad de las pautas de concentración de los diferentes capitales (humanos, financieros, sociales, culturales,etc) en las economías nacionales o comunitarias (UE) de los países ricos. Si bien es cierto, la adaptabilidad económica de los Estados hacia un mercado económico global, ha tenido efectos sobre las formas con las que interactúa los individuos con la sociedad (localismosà internacionalismos). Ha habido un reconfiguración de las vidas cotidianas en base a los cambios producidos por la reestructuración del mercado económico global (vidas culturales trasnacionalizadas), las cuáles, no se han admitido por los que la sufren (la cultura regional como acto de FE).
Por tanto, vivimos en sociedades globalizadas (globalización), seamos partícipes directa o indirectamente de éstas (actores pasivos o activos): Las finanzas mundializadas, el mercado de consumo global, la información global mediadas por las nuevas tecnologías (Internet y otras), la división internacional del trabajo , etc. Pero no sólo los aspectos económicos, también compartimos resultado de ello, en sociedades industrializadas o de servicios con un gran desarrollo económico, una cultura multicultural , culturas transnacionalizadas y una cultura global. Esto es debido principalmente a las migraciones, la globalización económica y a los medios de comunicación globales, enmarcado en los nuevos espacios o comunidades transnacionacionales(caso de Canarias).
Pero con las migraciones llega el “otro” y con ello, surge la llamada al conflicto de intereses. Un conflicto que se intenta, desde diferentes espacios sociales y políticos locales, reinventar el “conflicto étnico” para dar al migrado, con una “cultura diferente”, una condición de asimilado, o en el mejor de los casos, de integrado en la pseudo cultura nativa ,cuando no, cae en la exclusión.
Pero hablar de “conflictos étnicos” o “choque de civilizaciones” tiene, a día de hoy, un cariz novelesco, romántico, que roza la fantasía desde un prisma sociológico. (1) Debemos pues, analizar si estos conflictos están motivados por la competencia en la adquisición de los recursos privados (trabajo, vivienda, ocio, consumo, etc.) y/o públicos (sanidad, educación, vivienda social, etc.). (2) O bien, si sigue siendo el choque y divergencias de la “cultura nativa” con las “otras culturas” la fuente del conflicto per se.
“En la escuela una vez se observó diferentes peleas o conflictos entre los alumnos. Las causas eran variadas; desde atacar al empollón por sacar mejores notas, por tener un mejor asiento en el aula, por tener mejor desayuno, por ser mejor deportista, por la lucha para salir con la chica bella, por llevar o no llevar los zapatos o ropa de moda, etc. Lo que más me llamó la atención fue como se insultaban; cuatro ojos (gafotas), zanahoria (pelo rojo), negro o moro de mierda, gorda, flaca, feo, marginado social, ¡ chica tenías que ser!, etc. En ninguna de las ocasiones en las que se insultaban reconocieron el motivo por el cuál se estaban peleando. Utilizaban ciertos estigmas sociales segregacionistas para insultar, para legitimar el conflicto y el ataque, para excluir a los que creían competentes en su lucha o su interés individual (por ejemplo, sacar mejores notas, sentarse en la mejor silla del aula, etc.). Si bien es cierto, los educadores presentes, le recriminaba por los insultos segregacionistas que profería el alumno que peleaba, al mismo tiempo que intentaba educar en base a que el pelirrojo, el negro, el moro debían ser tratados por iguales(mediación intercultural). Lo que el profesorado no había recapacitado era en la causa del conflicto per se, y aunque los alumnos actuaban políticamente correctos, en reconocimiento de que todas las personas debían ser tratados como iguales para evitar la sanción social (dramaturgia de Goffman), el conflicto entre los alumnos nunca desapareció”.]
Por tanto, el reconocimiento o el hincapié que se hace de la diferencia, las diferencias culturales en este caso, tiene un doble rasero. Es la puja y estrategia para mantener el monopolio de los recursos económicos, políticos y sociales en la población nativa, cuando los extranjeros residentes tienen los mismos deberes; trabajar y cotizar principalmente, más la aportación objetiva que hacen tanto a nivel económico, social y cultural en la sociedad nacional. Nos encontramos pues, ante una lucha de un grupo de interés nacional, con una identidad social en crisis, que se construye o reconstruye cuando aparece un enemigo común, el migrado. Hoy, más que nunca, “la cultura nacional es el opio del pueblo”.
“Construir una identidad social fue una estrategia de supervivencia”
Mark Van Vugr. Psicólogo Social, 2009.Entrevista con Eduardo Punset, Redes, tve2.
Por lo cual, se ha de tomar los hechos científicos no sólo para describir las estructuras sociales, también para ayudar a construir el cambio social mediante visiones científicas sobre las contradicciones (choque de culturas-competencia económica) que se nos presentan en las poblaciones estudiadas. No se puede seguir viendo ciertos grupos de excluidos y legitimar estos procesos de exclusión (vía cultural), por ser meras construcciones políticas y económicas vinculadas a los intereses de ciertas elites, mantener unidades territoriales (Estados) administrativos y de gestión de los recursos transnacionales, que al mismo tiempo, son correspondidas por la población civil local para eliminar competencias con los extranjeros en los diferentes campos sociales.
El análisis que mantienen ciertos colectivos conservadores para legitimar que exista ciertos procesos de exclusión vía cultural, están vinculados, más que a los hechos que configuran las sociedades modernas (ampliamente globalizada, con pinceladas de vidas cotidianas transnacionalizadas, mercado neoliberal, etc.), a un sistema de creencias subjetivo y localista de aprovechamiento económico del migrante sin derechos, instrumentalizado mediante la utilización de conceptos, hoy, cuasi-imaginarios o reproducidos en el imaginario colectivo y practicado mediante el derecho de extranjería de facto. Conceptos tales como los de territorio y fronteras nacionales-culturales (legitimados por las pseudonaciones o pseudonación europea, vinculadas únicamente a la gestión de los diferentes capitales), el nacionalismo o el regionalismo, la religión, la cultura nativa, la meritocracia, la herencia, la raza, el techo poblacional o la invasión, etc. Estos a su vez, son tratados por los medios de comunicación de masas con carácter sensacionalista y etnocéntricos. Más que informar, utilizan la desinformación para pervertir la realidad, reproducir el estado de la segregación, la exclusión a través de la etnofobia hacia las “otras culturas”. Los medios tratan la inmigración desde el sensacionalismo, la aporofobia migratoria, miedo a los migrantes pobres y las consecuencias que de ello devienen (delicuencia,etc). Por otro lado, un derecho de extranjería (comunitario, estatal y/o autonómico) construido en base al aprovechamiento económico (mercado laboral y consumo) de los migrantes extranjeros pero sin la concesión de los derechos sociales, políticos, jurídicos, etc., que le deberían ser practicados por el simple hecho del cumplimiento de los deberes que les son exigidos. Todo ello reconfigurado para legitimar el control y la concentración de los recursos económicos, políticos y sociales en la elite de “la pseudotribu”, y en la misma “pseudotribu” (el estado de bienestar en crisis para los nacionales), aunque los migrantes extranjeros compitan con los mismos deberes que los nacionales.
Por tanto, existe una lucha incansable para resucitar aquella cultura regional (canaria) o nacional (española), perdida tras la adquisición de la cultura global, para legitimar el estado de la desigualdad que sufren los migrantes extranjeros. Una cultura global que guarda relación con la cultura de consumo (modas sociales trasnacionales de conducta) enmarcadas en la adquisición de bienes y servicios en el mercado global. En el caso de Canarias, una exaltación de una identidad cultural y social surrealista e imaginaria, no practicada en dicha sociedad (excepto folklore, el acento y vocabulario diferencial) y muchas veces mal entendida por la acomodación al medio ambiente (también en los extranjeros). La cultura canaria practicada como acto de Fe. Una especie de mito de la caverna; en la cuál, la cultura canaria sólo está, cuando está, en el imaginario colectivo, cuando la realidad social indica que estamos inmersos en una comunidad transnacionalizada, con diferentes campos sociales en crisis y, por lo cual, el surgimiento de las competencias y el conflicto, lo que vuelve hacer una causa para que se reproduzca la cultura canaria. En definitiva, con la llegada del migrante, se espera la Guerra de la Cruzadas, las cruzadas culturales.
Evidentemente, esto es causa y efecto de una sociedad desinformada o informada a través de una cortina de humo para retrazar y apaciguar manifestaciones en contra de un Estado de Bienestar en crisis. Es la derivación de un problema real, la crisis económica, hacia un contingente surrealista, el choque cultural con los migrantes extranjeros. La cultura de los otros, para la población civil nativa, es un instrumento racional (estrategia competitiva) para apostatar a la solidaridad y al derecho legítimo del migrante, cuya causa real es la aporofobia migratoria y sus derivaciones, lo que conlleva a la competitividad
El problema surge ante la definición o la descripción científica social que se le da a los conflictos sociales (tipología, características, causas y efectos, etc.) entre nacionales y extranjeros residentes en Canarias. Hasta ahora, la mayoría de las políticas de intervención social y mediación intercultural que se han realizado, van en sintonía con el choque de culturas que hay entre nacionales y extranjeros. Dicho análisis ha estado determinado como un fenómeno cultural (la cultura como variable dependiente) y no de otra índole causal como desde las competencias económicas (lucha de clases), sociales (status), políticas (poder),etc. Este tipo de políticas de intervención en el conflicto, sean conscientes o inconscientes, tiende a la asimilación o la integración cultural del extranjero para eliminar o reducir el conflicto. Esto es la asimilación del inmigrante de la conciencia de clase baja (trabajador con renta mínima y sin derechos de ciudadano), status social inferior a cualquier nacional (cultura inferior), y sin poder político (representación política, sufragio universal, sin participación política práctica y de derecho). Pero desde esta perspectiva, no se producirá la inclusión social final de los extranjeros, lo cuál, es lo que las políticas de extranjería comunitarias (UE), estatales y autonómicas deben analizar. También, las políticas intervencionistas locales o insulares, deben fomentar el tratamiento de los conflictos desde las variables dependientes económicas, sociales y políticas, si realmente se quiere, para eliminar los citados conflictos sociales civiles entre extranjeros y población nativa.
Si bien es cierto, la cultura, como se ha argumentado anteriormente, no debe ser un mecanismo para excluir o incluir, ya que la inclusión debe estar basada en un marco de igualdad en la práctica social (acción social) en los espacios o campos sociales prácticos donde se interactúa, es decir, en espacios tales como el mercado laboral, la sanidad, la educación, el barrio, la ciudad, dejando de la lado la practicabilidad de la identidad cultural. Atendiendo que los espacios sociales donde se interactúan están ampliamente economizados y globalizados (conductas económicas globales), la cultura forma aquella pequeña parcela de la práctica individual (como la religión) con el grupo con mayor identidad cultural, cada vez más pequeño (las comunidades transnacionales y globalizadas produce individualismo). Seguir argumentando las diferencias culturales existentes entre nacionales y extranjeros para el campo de la competitividad laboral y de la adquisición de los recursos del Estado de Bienestar, es un mecanismo o instrumento para suprimir la competitividad , los derechos y la posible eficacia práctica en los diferentes espacios sociales en los que debe interactuar los extranjeros.
Por todo ello, debemos plantear el verdadero problema; la exclusión vía cultural de los extranjeros, para eliminar competencias en los diferentes espacios sociales.
“Las culturas se convierten en interdependientes, se penetran las unas a las otras, sin que ninguna sea un mundo por derecho propio, sino exhibiendo en cada caso un status híbrido y heterogéneo; ninguna es monolítica y todas están intrínsicamente diversificadas; simultáneamente, se da una melange cultural y una globalidad de la cultural”. (Wojciech,2002)
Autor de este artículo: Alejandro Caballero Déniz. Sociólogo, 2009.
martes, 22 de septiembre de 2009
DESCUBRIENDO NUESTRA MORAL
¿Por qué continuamente estamos enfrentados a ciertas conductas ajenas?. ¿Por qué cuando decimos que si, hay alguién que dice que no?. ¿Por qué creemos siempre tener la razón y los otros no?. ¿Por qué creemos siempre, o casi siempre, que somos buenas personas pero los demás no?.
Sin embargo, una persona objetiva, que está fuera del enfrentamiento, puede ver que ambas personas no actúan consecuentemente con el pensamiento o la creencia del "buen hacer". Por el contrario, si esa persona que está fuera del conflicto o del enfrentamiento tiene alguna relación con alguno de los individuos en conflicto, siempre le dará la razón al que tiene lazos familiares, de amistad, de trabajo, etc., por lo que entra también en un estado irracional e injusto en términos de justicia práctica o de "buena moral" (aunque este tercer individuo, también se considera buena persona.)
Efectivemente, este tipo de conductas tienen que ver con el egocentrismo y etnocentrismo, el egoísmo individual y grupal, y una carencia total de empatía con agentes y grupos externos frente a las "realidades personales" e intereses de cada individuo. Y este tipo de conductas no es un fenómeno aislado, se produce modalmente en la gran mayoría de las personas en cada una de las relaciones sociales que mantiene en cualquier campo o contexto social; en el trabajo, en el barrio, en la ciudad, en el pueblo, en un estadio de fútbol, mientras se circula por la carretera, mientras se anda por la calle...
Pues bien, a este fenómeno sociológico y psicológico lo llamo, "Perspectiva inanimada y limitada del mundo social". Esta perspectiva es una especie de circuito cíclico, cerrado, imaginario e inanimado, racionalizado para dar respuestas del mundo social, según los intereses individuales (o grupales<--> individuales).
Esta perspectiva la hemos aprendido mediante el proceso de integración social desde muy jovencitos. Primero en la estructura familiar como única unidad social y donde se establecen las primeras relaciones sociales (lazos de sangre). Pero sobre todo en los momentos ritualistas donde el joven debe inclinarse por un grupo modal u otro (ser hippie, hiphopero, heavye,popero,casual, neonazis, anarquistas, antinazis, jóvenes católicos, jóvenes ateos...) para no quedar excluido de la sociedad. La tendencia hacia un grupo u otro, muy poco tiene que ver con una elección objetiva y personal (si esta limitada, muy poco tiene de elección). Esta está limitada por la cercanía geográfica, la amplitud del grupo, los beneficios óptimos que del grupo se desprende, ciertos amigos se han incluido ya en cierta corriente social, o por la moda social general llevada al barrio como mera franquicia conductual, etc. (también es moda la antimoda). El grupo de pares o coetáneos es el que va limitar las reglas y los métodos de aceptación ("Estás con nosotros o en contra de nosotros"). Evidentemente, este no es un proceso grupal de aceptación consciente. Ni por parte del individuo a integrase ni por el grupo. Se hace de forma natural-social (naturalizado). Pero si es cierto que es la única forma para la supervivencia del individuo y su posterior integración y adaptabilidad social. Por tanto, forma parte de un proceso racional. Es decir, si no se acepta de esta manera, el individuo quedará excluido, con los efectos negativos que ello conlleva, por ello elige racionalmente y conscientemente las reglas y métodos para la adaptación y supervivencia del "yo social".
Ya tenemos nuestra perspectiva del mundo social, pero sólo va en relación a nuestra participación de entre tres y seis grupos al que pertenecemos (Familia, compañeros de trabajo, compañeros de estudio, amigos de ocio y tiempo libre). Está demostrado que las personas que están integrados en menos grupos sociales (3) tienen mayor personalidad (sea buena o mala moralmente), al mismo tiempo que son más felices por que su personalidad no entra en conflicto con los diferentes roles o papeles sociales que le son asignados en cada grupo.
Ahora bien, si tuviéramos que apostar por ciertos valores y normas lo haríamos atendiendo a la influencia de estos grupos. En caso de que no fuere así, podríamos entrar en conflicto con estos, que son los que nos permiten la supervivencia del “yo social”, que lo alimentan y retroalimentan. Si bien es cierto, estos grupos absorben, se producen y se reproducen, de normas y valores sociales de estructuras grupales más amplias (un país, una provincia, una ciudad, un barrio) a través de los medios de comunicación, asociación de vecinos, boca a boca, en los lugares de ocio, etc. Pero la información que reciben de estos grupos mayoritarios son filtrados a razón de los intereses de los grupos más básicos donde actúa el individuo.
Pero, ¿qué pasa con los demás grupos y personas?.
Esta perspectiva del mundo social se puede resumir en la universalidad del ego social (ego individual<-->grupo social) contra la naturalización inanimada e imaginaria de todo lo que esta fuera de este. Un ejemplo de ello es lo siguiente; Aquella persona que camina por la calle mientras que la relación entre otras personas se limita a una relación inerte, como si se tratará de un árbol; no tiene sentimientos, no sabe nada, no conoce nada, tiene asignado una función que yo le doy o acepto una función que le da estructuras sociales superiores (funcionario, cajera, taxista, policía, etc.). Mientras caminamos por una calle llena de personas, vemos a estas como si fueran objetos de nuestra vida cotidiana, como si fueran meros hechos materiales de nuestra vida, como si se tratará de la bicicleta que pasa al lado, el coche que corre a la derecha por la carretera y, finalmente, el vagabundo de turno pidiendo una moneda de frente. Pues bien, la interacción con el vagabundo estará limitada según la función que le queramos dar para nosotros (egocentrismo-egoísmo<-->racionalidad con respecto a valores). Es decir, le daremos una moneda sólo cuando vaya en sentido estricto de la escala de valores de nuestro grupo, por lo que si le damos una moneda, estaremos buscando sentirnos bien con nosotros mismos y reafirmar la actitud correspondiente a la escala de valores de nuestro grupo. Con esto se quiere decir, que importa muy poco a la gente, en el sentido moral, darle una moneda a un vagabundo para que este coma, se drogue, se alcoholice, para coger una guagua para violar a una mujer o que el vagabundo este en esa situación porque estuvo en la cárcel por matar a tres de sus hijos, etc. Lo que importa realmente a la persona que da la moneda, es la búsqueda de la felicidad momentánea propia, creer que ha hecho una buena conducta por hoy, el vagabundo ha sido utilizado como medio para un objetivo personal. Otra cosa bien diferente, hubiera sido si la persona se parara e interactuara con el vagabundo, lo conociese y posteriormente le ayudase con una moneda o no.
Es desde esta perspectiva como las personas se mueven por el mundo de la moral, del bien y del mal. Todo está bien si nos interesa, todo está mal si no nos interesa. Por tanto no hay empatía, no hay una moral universal que nos dirija a día de hoy.
Sólo con el conocimiento, el reconocimiento de una vez por todas como actuamos (AUTOCRÍTICA), podríamos escapar de este tipo de influjos, para poder ser libres, para poder ser diferentes, para poder tener ideas propias y poder ayudar de verdad sin poner la mano esperando algo a cambio.
Y es que aún no conozco a ningún individuo que se considere mala persona. ¿Usted conoce alguna?. La respuesta será que no o, por lo menos, que la gran mayoría se considera buena persona. Y es que este es el problema. Nadie puede proclamarse buena persona. Si atendemos o extraemos que la consideración de ser buena persona o no, tiene que ver con la interación social o las relaciones entre una o más personas, pues deben ser los segundos y las terceras personas las que deberían enunciar tal acertividad. Es decir, cada individuo se conduce por cierta escala de valores aprendidas, pero también transformadas a lo largo del caminar de su vida, filtradas según sus propios intereses o las del grupo con mayor fuerza a los que pertenece. El individuo va creando su propia escala de valores. Ésta es la real, la mejor,la más válida y la ve como la genérica y le da carácter de universalidad. En este sentido, no hablamos de individuos aislados, sino es un proceso cognoscitivo universal, es válido para todo ser humano que vive en sociedad. El problema está, por tanto, que cada persona verá válida su propia conducta moral, además, la racionalizará, sea una buena o una mala acción. Luego podrá encontrar cierto tipo de conflicto con la norma generalizada, muchas veces intitucionalizadas (leyes y normas administrativas en Poder Judicial). Pero si se cree fielmente en esta escala de valores, estas leyes y normas institucionalizadas no serán un freno para que la acción de un individuo , se buena o mala, pueda llevar a un fin, y posteriormente pueda quedar racionalizada.
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